Quería comenzar la reflexión citando a Jorge Luis
Borges: “Que otros se jacten de las páginas que han escrito, que a mí me
enorgullecen las que he leído”. Y es que no podría estar más de acuerdo con esa
frase. Por suerte o desgracia estamos condenados a vivir una sola vida en un
tiempo determinado, pero ¿Quién no ha soñado alguna vez con vivir otras vidas?
¿Con encarnar otra piel? ¿Con vivir aventuras alejadas de lo cotidiano? Y eso
es precisamente lo que nos permite la lectura: visitar otros tiempos, otros
mundos, otras vidas diferentes; pero vivirlo como si fuese la tuya propia.
Entre páginas de libros hay miles de vidas que podrían ser las nuestras,
esperando fielmente a que un día decidamos cogerlas y leerlas, sumergiéndonos
en ellas y vivir sus historias. Y digo vivir porque no solo leemos los libros
sino que los sentimos, ¿O acaso nunca os habéis encariñado de un personaje o
habéis disfrutado con la victoria de los justos?
Un libro es mucho más que sus páginas, y la lectura
es para la mente lo que el ejercicio para el cuerpo: nos permite evadirnos,
entender mejor el mundo que nos rodea y cultivar la imaginación, tan presente
de niños y que tendemos a ir perdiendo.
Y es que los motivos sobran, no debemos leer por
obligación sino por amor a la lectura, pues merece ser amada.
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Desgraciadamente,
cada vez son menos las personas que dedican su tiempo a la lectura. Son menos
las personas que al entrar a una librería sienten ese especial cosquilleo que
te invade por el cuerpo; esa ilusión por ver la infinidad de libros que hay a
tu alrededor, esperando ser leídos por alguien para poder así cobrar vida en
nuestra imaginación.
Desde
mi punto de vista, el problema de todo esto está en la educación, pues a día de
hoy es más usual ofrecerle un ordenador a un niño pequeño para que éste aprenda
a utilizarlo que ofrecerle un libro para que éste consiga llegar a desarrollarse
como persona. Si la educación fuese distinta y hubiese un mayor interés por la
lectura, habría un cambio notorio en la humanidad, puesto que la educación crea
el conocimiento, y el que no conoce, es como si de alguna manera viviese sin
vivir.
Una
persona que lee es una persona que sabe opinar de forma objetiva, conociendo
otros puntos de vista. Es una persona que no sólo vive su vida, sino que también
se pone en la piel de la de los demás. Que conoce su cultura, pero también
muchas otras. Una persona que lee es una persona libre, ya que el conocimiento
nos abre las puertas a la libertad.
Muchas
personas ignoran el hecho de que la lectura es para la mente como el ejercicio
para el cuerpo; algo necesario para su correcto desarrollo.
Pienso
que el ambiente en el que nos encontramos rodeados influye mucho a la hora de
formar a un lector, ya que la lectura es algo que deben inculcarnos desde
pequeños. También opino que algo tan importante como lo son los libros no
deberían ser sustituidos ni por la más desarrollada tecnología.
Me
gustaría que en un futuro vayan a seguir existiendo personas que de verdad
disfruten leyendo, ya que de no ser así habríamos perdido lo más valioso que
esta vida nos ha regalado. Me aterroriza la idea de que haya personas que no
les importe pasar cuatro horas diarias en frente de un televisor y que no sean
capaces de leer ni medio libro al año.
Hay
un proverbio árabe que dice: “libros, caminos y días, dan al hombre sabiduría”,
y no le puede faltar más razón. No existe conocimiento que un libro no te pueda
aportar, como tampoco existe libro que algún mal nos haga ya que todos los
libros, por ser libros, buenos son.
El
simple hecho de poder leer las palabras que salieron de la mente de otra
persona totalmente ajena a nosotros es simplemente fascinante. Salirnos de la
monotonía de nuestra vida para entrar a la vida de infinidad de personajes con
miles de aventuras que compartir con nosotros es, a mi parecer, un lujo
necesario de la vida.
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